martes, 19 de noviembre de 2013

STILL QUIET ON THE WESTERN FRONT

Hace unos pocos días, el 11 de Noviembre se cumplió un nuevo aniversario de su final .La presente entrada me lleva a hablar de un tema que me apasiona, la 1ª Guerra Mundial. Desde pequeño me llamo siempre la atención la historia, de hecho estoy estudiándola en la universidad, por cierto pido perdón de antemano pues estoy empezando a pesar de no tener 20 añitos.
 Como les contaba, me apasiono la historia y en 1971 descubrí en la revista Reader Digest, que muchos conocerán, un condensado de un libro que de hecho cambio mi vida. Se titulaba: "Todavía sin novedad en el frente, 50 años después" del autor norteamericano Gene Smith. Me cambio la vida pues sin darme cuenta después de leerlo me fui aficionando mas y mas a la lectura y dentro de esta al genero histórico, después de mi profesión actual , la historia es mi otra principal afición o inquietud.
El libro hace un recorrido de la mano del autor de los campos de batalla de la primera guerra mundial 50 años después, haciendo un juego de palabras con el famoso libro de Remarque y la verdad de que 50 años después no hay novedad aun, nada ha cambiado, puede que el paisaje si pero los que cayeron ,lo hicieron para siempre y reposan en el suelo fangoso de Flandes .Bien enterrados en una fosa común, bien en una cuidada tumba o casi evaporados por una explosión, el caso es que siempre seguirán allí.
Como dijo John McCrae en su poema: In Flanders fields, las amapolas seguirán creciendo aunque pasen 100 años .
En los campos de Flandes

En los campos de Flandes se agitan las amapolas
entre las cruces, hilera sobre hilera,
que marcan nuestra morada, y en el cielo
cantan valientes las alondras, en vuelo
silencioso entre los fusiles allá abajo.
Somos los muertos; hace pocos días
vivíamos, caíamos, contemplábamos la luz del amanecer;
amábamos y éramos amados, ¡y ahora yacemos
en los campos de Flandes!
Proseguid la lucha con el enemigo:
Os arrojamos, con nuestras manos exangües,
la antorcha; que sea vuestra y la alcéis.
Si perdéis la fe en nosotros, los muertos,
¡no podremos dormir, aunque crezcan las amapolas
En los campos de Flandes!




In Flanders Fields

In Flanders fields, the poppies blow
Between the crosses, row on row,
That mark our place and in the sky
The larks, still bravely singing, fly
Scarce heard amid the guns below.
We are the dead, short days ago,
We lived, felt dawn, saw sunset glow,
Loved, and were loved, and now we lie
In Flanders fields!
Take up our quarrel with the foe:
To you from failing hands, we throw
The torch; be yours to hold it high.
If ye break faith with us who die
We shall not sleep, though poppies grow
In Flanders fields!


 El autor del libro nos lleva con el a un nostálgico viaje por una zona de Europa donde desde siempre la guerra ha estado presente, desde los romanos, pasando por normandos y sajones, las guerras de religión y los tercios españoles, las guerras napoleónicas y las dos guerras mundiales, hablamos de la zona de Flandes y la frontera franco alemana. Hablamos de un viaje nostálgico porque acompañamos al autor por los campos de batalla de la primera guerra mundial en Europa. Los nombres por si solos impresionan Ypress, el Somme, Verdun, Belleau Wood , le acompañamos 50 años después y en algunos momentos lo hacemos también con algun superviviente que vuelve al lugar donde sucedió la masacre.
 Fue una época (la del libro) en la que aun Vivian supervivientes de la guerra, algunos incluso participaron en las dos guerras mundiales y nos podían dar de primera mano testimonios de los hechos. Nos habla sin apasionamiento pero desde la dureza que muestran los huesos de los soldados que después de 50 años se siguen descubriendo enterrados, del apabullante costo humano de la guerra, del sinsentido del derramamiento de sangre, de la perdida de una generación.
Fue quizá la última guerra donde se mezclaron por última vez el romanticismo en el combate de la época napoleónica, las cargas de caballería como la de la brigada ligera en BalaKlava con las modernas armas de destrucción masiva, ametralladoras, aviones, tanques y el gas. Fue anacrónico masas de infantería como en 1800 contra ametralladoras, lo uno junto a lo otro hicieron la masacre. Llegando a afectar ya de forma más directa a la población civil que se vio involucrada en el conflicto. Murieron 9 millones de combatientes, una media de 6000 hombres al día, buscamos junto al autor y al sr. Arpal al compañero muerto Kenney, está inscrito en la puerta Menin junto con otros 55.000 hombres que nunca fueron encontrados, que aun no tienen tumba conocida. Recuerda como si fuese ayer el día en que cayó.



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